Madre, no hay solo una







Madre, no hay solo una.

Un año más en el que me llega este día entre alegrías y nostalgia. Tratando de forzar los sueños mientras duermo para poder escuchar su voz; con los ojos cerrados, concentrándome para sentir al viento como si fuera sus caricias.

A casi 6 años de haberla perdido físicamente y sin poder cerrar esa perforación profunda en mi corazón, la que me hace llorar cada día de las madres, cumpleaños, navidad…, cuando más siento el vacío de su ausencia; por fin he tenido un tiempo más sensato para reflexionar sobre la frase que dice “Madre sólo hay una”, y ante ella reconocer firmemente que no es así.

Solo hay una madre que biológicamente te dará la vida, eso es cierto, y si tienes la suerte de tener una como lo fue la mía pues tengo la certeza de que estarás maravillado de la vida tal como yo, porque comprenderás como el amor como pocos pueden. Si tu madre es similar a la mía sabrás sin duda lo que es la fortaleza y la entrega absoluta hacia su familia. Y si además de todo, tu madre también es de esos seres humanos repletos de bondad y compasión, a los que no hay persona en el mundo entero que no las quiera, entonces tienes el legado más hermoso que la vida te pudo dar.

Sin embargo, dada su ausencia en cuerpo desde hace ya varios años, ha sido recurrente sobre todo en estas fechas, tener la sensación de estar incompleta. Como si me faltara el dedo chiquito del pie para lograr mantenerme en equilibrio. Y es casi inevitable de alguna forma atormentarme a mí misma y poner enfática atención a los mensajes y conversaciones cariñosas entre madres e hijas, poner el dedo en la herida hasta llorar. Pero este año, si bien tuve por un momento esa repetida sensación, ha sido bastante diferente. En todo este tiempo de encierro he logrado procesar a consciencia varias memorias y emociones de mi vida, lo que me ha llevado a la conclusión de que tengo madres por todas partes, y no había entendido sino hasta ahora el importante papel que cumplen en mi vida.

Madre es quien te cuida, madre es la que te piensa, la que nunca te olvida. Madre es la que pregunta por tu hoy, por tu día a día. Madre es quien te abraza y conforta con ternura, madre la que te aconseja, la que espera verte sonreír. Madre es quien te alimenta de amor, aliento y también comida, quien te brinda un espacio en su casa sea de noche o sea de día. Madre es la que te enseña a sobrellevar las dificultades de la vida, pero también te muestra lo hermoso de las alegrías.

Madre son mis tías y mi hermana, que son el verdadero reflejo de la mía, incluso en sus gestos y maneras de darme su cariño y preocuparse por mí. Madre son mis primas, amigas y cuñadas que, aunque van aprendiendo a punta de prueba y error como toda madre, me enseñan tanto sobre el amor y la crianza de los hijos. Y no puedo dejar de mencionar que Madre son las amigas que, están pendientes de mí siempre, incondicionales, con las que la telepatía se ha vuelto casi un medio de comunicación, porque sabemos a corazonadas cuando una necesita a la otra, aunque nos veamos dos o tres veces al año. Tampoco puedo dejar de reconocer que Madre es mi suegra, que me abrió las puertas de su casa hace ya varios años y desde entonces me ha hecho sentir como una hija más. Pero el conteo no acaba ahí, son también Madre esas valiosas mujeres que, al servicio de la casa nos han visto crecer y que ahora se ocupan también de las nuevas generaciones y que, aunque no son parte de la familia por un lazo de sangre, nunca pueden faltar. Y qué no decir de las Madres que en realidad son las de mis amigas, pero también las siento como mías, esas que te vieron hacer tontería y media de joven o niña y que incluso varias veces tuvieron que regañarte y darte una lección con cariño para que no corras riesgos innecesarios o te hagas daño, las que te aceptaron en sus casas sin objeción cada vez.

Este año me invadió un sentimiento de gratitud infinita y unas fuertes ganas de hacerles saber a cada una lo importantes que fueron y son en mi vida. Y si bien derramé algunas lágrimas de nostalgia por mi mamá, es porque su presencia es completamente irremplazable, pero entendí que ese medio huequito en el corazón está justamente para recordarla siempre y saber que ella va ahí, pegada a mí. Y digo solo medio huequito porque hoy rellené la otra mitad a conciencia de todo el amor que he recibido, porque hoy entendí que madre no hay solo una.
  

Comentarios

Entradas populares